Publicado: 26.AGO.2025
La metodología BIM se ha consolidado como el motor de la transformación digital del sector, permitiendo una gestión más eficiente, colaborativa y transparente de todo el ciclo de vida de un proyecto, desde su diseño inicial hasta la fase de operación y mantenimiento.
Su implantación, inicialmente ligada a grandes proyectos internacionales, se está extendiendo a obras de toda escala, convirtiéndose en una herramienta imprescindible para avanzar hacia un modelo constructivo más responsable y sostenible.
Este enfoque se potencia aún más cuando se combina con la construcción industrializada, que traslada gran parte de la actividad de obra a entornos controlados de fábrica, permitiendo fabricar componentes con mayor precisión, reducir residuos, optimizar el uso de materiales y disminuir el consumo energético. Al reducir los desplazamientos, los errores de ejecución y los tiempos de construcción, se consigue también una notable disminución de la huella de carbono.
El verdadero valor de BIM reside en su capacidad de integrar, en un único entorno virtual, toda la información relevante del proyecto: desde la geometría (3D), la planificación temporal (4D), los costes (5D), el análisis energético (6D), hasta la gestión del ciclo de vida del activo (7D). Esta visión holística permite tomar decisiones más informadas desde etapas tempranas, evitando retrabajos, reduciendo emisiones y optimizando los recursos naturales.
Como destaca Borja Sánchez Ortega, Director de Proyectos y del Máster BIM Manager Internacional (+IA y VR) de Espacio BIM (www.espaciobim.com): “BIM permite centralizar toda la información de un proyecto (geométrica, documental, etc.) en un modelo digital desarrollado por todos los agentes que intervienen”.
Gracias a esta centralización y al trabajo colaborativo en tiempo real, arquitectos, ingenieros, promotores y constructores pueden coordinarse mejor, detectar errores antes de que ocurran y planificar cada fase del proyecto con un enfoque más respetuoso con el entorno.
La construcción industrializada, basada en el diseño y fabricación de elementos modulares fuera de obra, se presenta como un complemento natural de BIM. Esta combinación permite planificar con precisión cada etapa, prever la logística de transporte y montaje, e incluso automatizar tareas mediante robots o impresión 3D.
Además, el uso de tecnologías emergentes como la inteligencia artificial, la realidad aumentada y la realidad virtual —integradas dentro del flujo de trabajo BIM— refuerzan aún más este enfoque sostenible. Estas herramientas facilitan análisis predictivos, evaluaciones energéticas y validaciones visuales que ayudan a reducir errores y optimizar el diseño en favor del medioambiente.
Sin embargo, para que esta transformación sea real y efectiva, es imprescindible formar a los profesionales. El cambio de paradigma requiere perfiles con nuevas competencias digitales y una sólida comprensión de las herramientas BIM. Dominar softwares como Revit (modelado de edificación), Civil 3D (obra civil) o Presto (presupuestos) ya no es una opción, sino una necesidad para quienes quieran aportar valor desde una perspectiva técnica y sostenible.
En este contexto, la oferta formativa en BIM representa una oportunidad clave para adquirir los conocimientos necesarios y adaptarse a un sector cada vez más exigente y comprometido con el medioambiente. Hay quienes deciden comenzar por un curso BIM específico o quienes prefieren lanzarle a cursar un máster BIM que amplíe sus conocimientos y les ofrezca una puerta de entrada accesible al universo BIM.
En definitiva, la construcción del futuro será digital, industrializada y sostenible. Y en ese camino, BIM no solo es la herramienta que lo hace posible, sino el lenguaje común que une a todos los agentes implicados para construir de forma más inteligente, rápida y con menor impacto ambiental.
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